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Confirmación:

Ya en los primeros siglos, la Iglesia adoptó la costumbre de bautizar a los niños a los pocos días de su nacimiento. Por este mismo motivo, la Confirmación se convirtió en el sacramento por el cual quien ha sido bautizado es unido más íntimamente a la Iglesia y enriquecido con una fortaleza especial del Espíritu Santo.

Normalmente suele coincidir con la entrada en la adolescencia.

Se recibe cuando el chico o la chica tienen la capacidad para aceptar el compromiso de la vida cristiana con todas sus consecuencias.

La confirmación se celebra una sola vez en la vida.   

En este sacramento se completa la gracia del Bautismo con el don del Espíritu Santo.

El signo de este sacramento es el óleo con el que se unge la frente de quien es confirmado.

Jesús encomendó a San Pedro (llamado Simón antes de que Jesús le cambiase el nombre) la tarea de confirmar en la fe a sus hermanos. Por eso, el ministro del sacramento de la confirmación es el obispo.

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